Mientras las largas horas del verano pasaban, nosotros obviábamos el paso del tiempo y simplemente dejábamos que la naturaleza hiciese su papel. Contemplábamos sin pararnos ni un minuto, las hojas de los árboles resplandecer y las dejábamos caer cuando llegaba el momento. Por aquel entonces sólo nos importaba que nuestro preciado público nos aplaudiera al final de la actuación (aunque en el fondo sabíamos que nunca nos defraudaría) o que el dragón escondido en el armario no escapara jamás. Combatimos contra brujas y monstruos y convertimos unas lentillas en un objeto de estudio durante un día.
Atmósfera caliente, humedad y olor a cloro y fruta. Veranos que pasaban entre magia y realidad. Noches jugando mientras la luna rozaba el mar. Éramos lo que queríamos ser, nos regíamos por la ley del "pito-pito" y el mayor era el fuerte. Jugábamos a ser lo que algún día podríamos llegar a ser. La imaginación jugaba un importante papel.
No sé cuántos años han pasado, tal vez 5 o 6. Atmósfera caliente, humedad y olor a cloro y fruta. Eso sigue ahí, pero mientras el eco de mi teclado repiqueteando suena en una habitación vacía, me pregunto si todo lo demás sigue ahí o se ha ido como el tiempo y otras cosas. Sólo sé una cosa, me encuentro aquí sentada escribiendo historias de cuando yo era la luna.
"Never Grow Up" by Taylor Swift
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