Desgastados.

Se sentó sobre una de las sillas desgastadas preguntándose si alguna vez la misma cedería bajo su peso. Todo en aquel lugar parecía viejo, incluso los colores de los muebles ya no tenían su tono original. Juguetes sucios de la década de los noventa se extendían por la seca hierba y formaban un sendero hasta la entrada de la casa. Por el aspecto de aquel lugar, parecía que no hubiesen habido niños desde hacía casi 20 años. Sin embargo, Jace sabía que solo unas semanas atrás, cada domingo se reunían decenas de ellos y jugaban a ser astronautas, piratas y princesas. ¿Cómo podía cambiar todo en tan poco tiempo?

Abrió el libro por donde lo había dejado. Página 47, segundo párrafo, onceava línea... "Pensó en Demócrito: "Todos los hombres culpan a la naturaleza y al destino, pero su destino es sobre todo el eco de su carácter y de sus pasiones, sus errores y sus debilidades"" ¡Qué ironía!¿Mis errores? ¿Qué he hecho yo para estar aquí? Todos los astros se habían alineado para que leyera esa maldita frase (en este caso, ¿Demócrito también diría que estaba culpando a la naturaleza de su desdicha? Puede.). Decidió que iba a dejar de culpar al dichoso libro, a su dichoso autor y... a todo el dichoso mundo. Era consciente que había estado descargando toda su rabia en sus compañeros y, a pesar de todo, se sentía mal por ello. Ahora que tenía mucho tiempo para pensar, solía reflexionar sobre cómo actuaba con las personas. "La convivencia es difícil" se decía pero en el fondo sabía que solo intentaba justificarse. A Jace le gustaba la soledad, sobre todo porque era la única manera de que no acabara discutiendo con alguien. No entendía que los demás le llamaran egoísta por querer pasar los que podían ser los últimos días a su manera. Era su vida, la de nadie más.

Mientras estaba sumido en sus pensamientos, vio aparecer a María por un lado. Llevaba un cubo vacío con un título azul, roído por el sol, donde ponía "Cloro para piscinas" y estaba llenándolo de la ropa tendida. La recordaba hacía unos meses, corriendo por la playa con la blusa rosa pálido y los pantalones cortos. "La convivencia es difícil" se decía. Ella no le entendía. Al menos, desde que estaban allí todo había cambiado. Habían desaparecido sus chistes malos y las conversaciones por Whatsapp interminables. Ella había cambiado. Todo había cambiado. Incluso, ¿seguiría existiendo Whatsapp?



4 comentarios:

  1. Buena descripción. No se acaba de entender la relación ni a dónde va el relato. Give me more!

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    1. En primer lugar, muchas gracias por el comentario! Respecto a que no se entiende... he de darte toda la razón, sé que he dejado muchos cabos sueltos y quizá he roto el contrato entre escritor y lector. Sin embargo, cuando escribí esto es lo que pretendía, dejar preguntas abiertas y romper un poco las normas. Puede que, al fin y al cabo, lo escribiera más para mí que para que fuera leído.

      A pesar de todo, tu comentario me da ganas de desarrollar una verdadera trama, siguiendo las normas y pensando un poco más en lo que voy a contar. Gracias de nuevo!!

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  2. Una historia muy profunda, hace reflexionar al lector sobre muchas cosas, enhorabuena

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  3. Muchas gracias por comentar y por el contenido del comentario en sí! Estas cosas son las que me dan ganas de continuar con esto, intentando exprimir al máximo mi creatividad. Gracias!! :)

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